Luego esta
amiga [la mencionada en el post anterior de este blog] posteó: ¿Por qué las
personas que más amas, son las que por lo general te hacen sufrir? …Y yo digo: ¿Acaso
no, la respuesta está justo en lo que publicó primero sobre el Buddha? Le
contesté:
huy amiguita!
no t digo??? no puedo evitar otra vez opinar ...cada vez que se tenga esta
impresión (lo q c dice n ste post,) en realidad no se ama, solo se quiere; el
amor es dual, entonces recíproco, el querer es individual, entonces egoísta
...así que se sufre porque no se cumple lo que posteaste sobre el Buddha y la
felicidad. [o sea: Un hombre le dijo al Buddha: “ Yo quiero felicidad” Budha
contestó: Primero retira “yo” eso es el ego, después remueve “quiero” porque es
deseo. ¡Mira! Ahora solo tienes “Felicidad” ]
Es decir, cada vez que se tiene esa impresión,
en realidad se tiene un concepto equivocado de amor: no se tiene derecho a
decir que se ama a alguien, si en el fondo no se siente que la otra persona también
lo ama a uno con la misma intensidad; por eso el amor es dual, mientras no haya
reciprocidad, no puede manifestarse; si no hay reciprocidad, sino que uno
siente en mayor medida que el otro, entonces es querer, y por lo dicho en el apartado anterior [post sobre la
felicidad de este blog], entre más quiera el primero y menos el segundo, más
sufre aquel y menos este, pues necesariamente aparecerán discrepancias por esa
diferencia …el querer está inmerso en el
espacio y el tiempo, sujeto a la ley de causalidad, a la necesidad, al
individuo.
Si aceptamos,
junto con Schopenhauer que la esencia de las cosas es la voluntad, que los grados de objetivación de esta, es
lo que crea y mueve al universo y que el
ser humano es el grado máximo de objetivación de la voluntad, entonces el amor
es la voluntad objetivada entre dos seres humanos que pretende manifestarse como
una sola, lo que es en sí. Por eso cuando se miran dos personas que se aman, la voluntad se está contemplando a sí
misma en el espacio y tiempo a través de esas personas, y lo que ven esos seres
el uno al otro es la mera esencia de las cosas, la voluntad, lo que mueve al
universo, el todo; entonces aparece una sublime atracción entre esos seres que,
como dos gotas de agua lo suficientemente cercanas que por eso, vencen las
fuerzas de tensión superficial y se funden en una sola, así se funden estos
seres a través del acto sexual alcanzando
la unidad en el espacio-tiempo transportándolos, al menos por un momento, fuera
de este. En ese momento, si hay procreación de un nuevo ser, se habrá
conseguido el fin de la voluntad de objetivarse como una sola. Mientras no se
objetive la voluntad entre esos seres para manifestarse como una sola, no es amor,
sino pasión, que lleva solo a querer y
en consecuencia al sufrimiento, que es la obstaculización de la voluntad entre ella y el fin que persigue; pero para el amor no existe el sufrimiento,
está libre del querer y por lo tanto de la necesidad. Pero los seres están
sujetos al espacio-tiempo, a la ley de causalidad y cuando un agente externo
separa a los amantes, disminuye la posibilidad de la voluntad de manifestarse como
una sola y entonces deja de ser amor, para degenerar en una pasión ya no dual
sino individual. Por esta misma razón, la sujeción del ser al espacio-tiempo,
este concepto de amor es ideal, por lo que solo se puede aspirar a una
aproximación mientras la voluntad esté corporizada mediante el cuerpo humano,
pero en casos afortunados, esta aproximación puede perdurar toda una vida, con
un nivel reducido de sufrimiento. Por la contemplación de la voluntad a sí
misma antes mencionada, la dualidad del amor también se da entre padres e hijos
y entre dos hermanos e incluso entre un ser humano y el resto de la humanidad,
aunque este último caso requiere la condición de la libertad.
Finalmente
debo aclarar que esta es una reflexión no revisada ni probada respecto de
posibles contradicciones, ni de las consecuencias catastróficas para el ser, a
las que puede llevar y ha llevado el amor a este; sobre esto y lo opuesto, ya
los poetas lo han descrito bellamente desde el punto de vista del arte,
obviamente; ni tampoco he leído el
banquete y Fedro de Platón ni
considerado la concepción de Spinoza al respecto que dice: Amor est titillatio, concomitante
idea causœ externœ (Eth. IV, prop. 44 ídem) cita que encontré por cierto en
un escrito aparentemente de Schopenhauer titulado “el amor, las mujeres y la muerte” mismo que tampoco he leído, como tampoco
siquiera he terminado de leer Die Welt
als Wille und Vorstellung. Esto es solo un ensayo escrito “de corrido”
surgido de los posts mencionados al principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario