jueves, 30 de agosto de 2012

Sobre el Amor y el sufrimiento



Luego esta amiga [la mencionada en el post anterior de este blog] posteó: ¿Por qué las personas que más amas, son las que por lo general te hacen sufrir? …Y yo digo: ¿Acaso no, la respuesta está justo en lo que publicó primero sobre el Buddha? Le contesté:

huy amiguita! no t digo??? no puedo evitar otra vez opinar ...cada vez que se tenga esta impresión (lo q c dice n ste post,) en realidad no se ama, solo se quiere; el amor es dual, entonces recíproco, el querer es individual, entonces egoísta ...así que se sufre porque no se cumple lo que posteaste sobre el Buddha y la felicidad. [o sea: Un hombre le dijo al Buddha: “ Yo quiero felicidad” Budha contestó: Primero retira “yo” eso es el ego, después remueve “quiero” porque es deseo. ¡Mira! Ahora solo tienes “Felicidad” ]

 Es decir, cada vez que se tiene esa impresión, en realidad se tiene un concepto equivocado de amor: no se tiene derecho a decir que se ama a alguien, si en el fondo no se siente que la otra persona también lo ama a uno con la misma intensidad; por eso el amor es dual, mientras no haya reciprocidad, no puede manifestarse; si no hay reciprocidad, sino que uno siente en mayor medida que el otro, entonces es querer, y por lo  dicho en el apartado anterior [post sobre la felicidad de este blog], entre más quiera el primero y menos el segundo, más sufre aquel y menos este, pues necesariamente aparecerán discrepancias por esa diferencia  …el querer está inmerso en el espacio y el tiempo, sujeto a la ley de causalidad, a la necesidad, al individuo.

Si aceptamos, junto  con Schopenhauer que la esencia  de las cosas es la voluntad, que  los grados de objetivación de esta, es lo  que crea y mueve al universo y que el ser humano es el grado máximo de objetivación de la voluntad, entonces el amor es la voluntad objetivada entre dos seres humanos que pretende manifestarse como una sola, lo que es en sí. Por eso cuando se miran dos personas que  se aman, la voluntad se está contemplando a sí misma en el espacio y tiempo a través de esas personas, y lo que ven esos seres el uno al otro es la mera esencia de las cosas, la voluntad, lo que mueve al universo, el todo; entonces aparece una sublime atracción entre esos seres que, como dos gotas de agua lo suficientemente cercanas que por eso, vencen las fuerzas de tensión superficial y se funden en una sola, así se funden estos seres  a través del acto sexual alcanzando la unidad en el espacio-tiempo transportándolos, al menos por un momento, fuera de este. En ese momento, si hay procreación de un nuevo ser, se habrá conseguido el fin de la voluntad de objetivarse como una sola. Mientras no se objetive la voluntad entre esos seres para manifestarse como una sola, no es amor, sino pasión, que lleva solo  a querer y en consecuencia al sufrimiento, que es la obstaculización de la voluntad entre ella y el fin que persigue; pero para el amor no existe el sufrimiento, está libre del querer y por lo tanto de la necesidad. Pero los seres están sujetos al espacio-tiempo, a la ley de causalidad y cuando un agente externo separa a los amantes, disminuye la posibilidad de la voluntad de manifestarse como una sola y entonces deja de ser amor, para degenerar en una pasión ya no dual sino individual. Por esta misma razón, la sujeción del ser al espacio-tiempo, este concepto de amor es ideal, por lo que solo se puede aspirar a una aproximación mientras la voluntad esté corporizada mediante el cuerpo humano, pero en casos afortunados, esta aproximación puede perdurar toda una vida, con un nivel reducido de sufrimiento. Por la contemplación de la voluntad a sí misma antes mencionada, la dualidad del amor también se da entre padres e hijos y entre dos hermanos e incluso entre un ser humano y el resto de la humanidad, aunque este último caso requiere la condición de la libertad.

Finalmente debo aclarar que esta es una reflexión no revisada ni probada respecto de posibles contradicciones, ni de las consecuencias catastróficas para el ser, a las que puede llevar y ha llevado el amor a este; sobre esto y lo opuesto, ya los poetas lo han descrito bellamente desde el punto de vista del arte, obviamente; ni tampoco he leído el banquete y Fedro de Platón ni considerado la concepción de Spinoza al respecto que dice: Amor est  titillatio, concomitante idea causœ externœ (Eth. IV, prop. 44 ídem) cita que encontré por cierto en un escrito aparentemente de Schopenhauer titulado “el amor, las mujeres y la muerte”  mismo que tampoco he leído, como tampoco siquiera he terminado de leer Die Welt als Wille und Vorstellung. Esto es solo un ensayo escrito “de corrido” surgido de los posts mencionados al principio.

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